ATENCIÓN
La redacción de sonar presenta por
nueva cuenta un trabajo realizado por un seguidor de la página, en esta ocasión
nos piden respetar la redacción original por considerarlo primordial para el
contexto de la reseña.
Agradecemos la emotividad con la que
fue realizado el trabajo y hacemos la cordial invitación para que se sigan
animando en compartir con toda la comunidad de sonar, “hagamos ruido”.
Gracias totales para Sam zappa
Memoria mexicana
Me encontraba hace unos
días, no puedo precisar cuántos ni la fecha, navegando en mi ocio por esa
herramienta de la historia llamada YouTube, cuando seguramente basándose en mis
preferencias cual clarividente mágico y algo intimidante, la aplicación me
sugirió una compilación de segmentos del programa de televisión “¿Qué nos
pasa?”, que Héctor Suárez realizara en dos temporadas separadas por una década,
me parece que los ochenta y los noventa. Los segmentos pertenecían a un momento
especial de mi vida: 1998, y habían quedado escondidos en mi memoria mexicana,
tan falta de precisión, pero tan llena de sentimiento; y aun así, habían
quedado veladas para dicho inventario desordenado la acidez, la crudeza, la
incisión y la precisión con la que Héctor Suárez retrataba la realidad de la
corrupción inmersa en la cultura mexicana, de una forma en la que simplemente
no podría hacerse hoy en día. Al ver este programa, de entrecomillada comedia,
uno se percata de muchas cosas, de las cuales justo ahora atino a resaltar dos:
Uno, todo programa mexicano de sátira política producido después de éste es una
vulgar parodia de una parodia –si es que hubo alguno, mi memoria mexicana no lo
recuerda con claridad- Y dos: las cosas no han cambiado mucho. Aunque decir que
han cambiado algo tal vez sea decir mucho.
Antes de proseguir con
mi relato, penosa confesión de un ejercicio mental que pudiera ser fútil y
ocioso, debo confesar que no existe metodología alguna en el presente trabajo.
Si ya ha habido imprecisiones en el anterior párrafo me disculpo e indico, que
es sólo la antesala de un sinnúmero de incorrecciones temporales cuyo único
propósito es describir el funcionamiento de la memoria a botepronto, la memoria
mexicana, o tal vez la humana.
Regresando al video de
Héctor Suárez, resulta ser que éste fue un detonante para mi mente, que en
ocasiones divaga de maneras que para todos deberían ser familiares; sin
embargo, comprendo si alguien ha olvidado este sentimiento… mirar el teléfono
cada cuatro minutos al día para escapar de nuestros propios pensamientos es
ahora la norma. Me puse, como en otras ocasiones he hecho a dialogar con un
personaje imaginario, un adulto informado de su entorno sociopolítico que
viviera en 1998. Es más, pudiera ser el mismo Héctor Suárez. Dicha conversación
salió simplemente porque quise responder la siguiente pregunta: ¿Cómo sería
regresar en el tiempo y confesarle a alguien que las cosas no han cambiado?
Hacer tan tristes declaraciones conllevaría una explicación obligada. Dicha explicación
requeriría de buena memoria para recopilar veintiún años de sucesos deleznables
que a fin de cuentas suman cero –o tal vez no, pero mi memoria mexicana es
incapaz de dar las décimas o centésimas de cambio a la hora de entregar
resultados-.
El relato que a
continuación presento trata de ser la explicación:
-¿Que las cosas siguen
igual? En cierta forma no me extraña. Después de todo, así están desde que
recuerdo. Pero cuéntame, ¿qué sucede en el nuevo milenio? Por lo visto el mundo
no se ha acabado, pero ¿cómo aguanta México la sucesión interminable de
políticos entreguistas y destrucción medioambiental?
-Pues verá don Héctor…
Yo soy sólo un pobre profesor. No soy estadista. En nuestro tiempo, a
consecuencia del enfoque casi total de la ciencia y la tecnología en el
entretenimiento, el invento más importante, el artefacto tecnológico más
poderoso, es también una herramienta de transformación mental y social, y lo
llevamos en nuestros bolsillos. Mire usted, esto es un teléfono celular, aunque
ahora le llaman Smartphone porque teléfono inteligente es demasiado largo y si
está en inglés, es mucho más “cool”. Desde aquí, puedo hacerlo casi todo, pero
de momento, lo importante sería entrar al internet, palabra, lugar, concepto
que tal vez para usted suene familiar, pues en su época ya ha comenzado a ser
comercializado en países de primer mundo y a ser utilizado por la milicia,
creo… y sacar toda la historia de los años 1999 a 2019. Deme un momento… ¡Ah
pero claro! El WiFi no ha sido inventado y Wikipedia aún no existe
-¿El qué?
-Después le explico
señor. Tendré que aventarme todo “a capela”. Por dónde empiezo…
-Pues por 1999.
¿Cuántos suicidas colectivos habrán pensando que se terminaría el mundo?
-Ni idea de eso don
Héctor, acuérdese que dicen que los mexicanos tenemos mala memoria y fíjese que
sí… es cierto. Pero recuerdo algunas canciones que se pondrán de moda,
películas famosas, ninguna como Titanic eh, ¿ya la fue a ver?
-4 veces
-Ah que normie me salió
usted.
-¿Qué es eso?
-Luego le explico eso
también. Lleve notita de todas esas cosas que le debo.
-Pues no tengo papel.
-Ahorita hago una
notita de voz en mi celular.
- ¡Vaya que esa cosa
parece ser útil!
-Bueno, vamos al grano.
En mi época, hay un gran número de personas con una pésima memoria. Algunos
están exentos por cuestiones generacionales, pero otros de plano parece que
decidieron olvidar todo lo acontecido en las últimas dos décadas. Yo no tengo
todos los detalles, ni mucho menos, pero créame: es la gran epidemia de nuestro
país. Tal vez del mundo: la desinformación… creo que “malinformación” sería un
término más adecuado, pero no existe la palabra en español-
-Pero si me acaba de
decir que pueden sacar todo de internet, ¿por qué no leen?
-Muchos lo hacen, pero…
cuando hay demasiada información, es muy importante discernir cuál es la buena
y cuál es la mala. Cuál es objetiva y cuál es tendenciosa. Si se da cuenta, las
cosas no han cambiado en este aspecto. Mucha gente ya no ve las noticias en
televisión, pero igual se les sigue bombardeando con información errónea y con
agenda escondida. Y muchos se la siguen tragando con cuchara sopera.
-Te entiendo, todavía
nadie sabe bien cómo estuvo lo de Colosio.
-Ni lo sabremos, pero
bueno. Trataré de ser ordenado e ir sexenio por sexenio, pero no espere
milagros. No tengo fuentes más que mis propias vivencias y, aunque sea cierto
que la información anecdótica no es estadísticamente confiable, es lo que
tengo. Recuerde que tengo memoria mexicana.
El año dos mil nos
recibió con pocas sorpresas, según recuerdo. Yo tenía 19 años y estaba más
enfocado en jugar maquinitas, que por cierto, ya prácticamente no existen, que
en fijarse en el clima noticioso internacional.
- ¡aguante tantito! ¿Y
el 99?
- El 99 fue algo gris.
No recuerdo mucho. Hasta eso, Ernesto Zedillo no terminó con una crisis como la
de Salinas, ni con saldos rojos como otro gobierno que estaba por venir,
tampoco desmanteló al país con la misma voracidad que otros que vendrían
después, pero la tendencia neoliberal es clara.
-¿Neoliberal? No
recuerdo muy bien el término.
-Es normal, usted es mexicano. Pero el
neoliberalismo comenzó prácticamente con Miguel de la Madrid. Yo tenía un año
cuando comenzó su sexenio, pero estoy seguro de que, en el futuro hay mucha más
información para describir al neoliberalismo, así que estoy familiarizado. En pocas palabras, se trata de regalar toda
paraestatal o dependencia gubernamental a algún magnate que tenga el dinero y
las ganas de, supuestamente, inyectar capital y poner a expertos a trabajar en
cualquiera que sea el negocio de dicha dependencia. Todo esto para, también
supuestamente, brindar mejores servicios porque aparentemente somos retrasados
mentales y no tenemos mano de obra experta dentro de nuestro país, nuestro
gobierno no sabe dónde ni a quien contratar, y en pocas palabras, necesitamos
que alguien nos haga la tarea porque siempre hemos sido ineptos. En mi tiempo
muchos lo sabemos. La buena noticia es que ese modelo termina en 2018, y parece
que el cambio va en serio, pero todavía estamos en periodo de prueba en la
cuarta transformación.
Al mencionar la
famosísima 4T, mi interlocutor pone ojos desorbitados. Parece estar buscando en
su memoria mexicana cualquier dato que tuviera sobre las anteriores tres, tal
vez tenga relativa familiaridad con el tema y por pena a no confesar que no
recuerda cuales fueron, me deja continuar sin interrupción. Todos tememos
confesar los huecos en nuestra memoria mexicana.
-Le decía entonces, en
el año dos mil, la democracia le llega a México. Si no en fondo, al menos en
forma. Gana Vicente Fox las elecciones, logrando la tan añorada alternancia y
poniendo al PAN en la silla. Yo mismo fui a votar para castigar al PRI, que
había gobernado por más de 70 años, creo, y que ya nos tenía hasta la
coronilla, aun cuando lo peor de ellos, al menos para mi memoria mexicana,
estaba por venir. Y sí, ya sé que me va a decir que estuvo Díaz Ordaz en los
60s y que mató a nadie sabe en verdad cuantos chavos. Lo sé perfectamente.
Créame, lo peor del PRI estaba por venir.
La cosa con Vicente Fox
es que, si bien no fue un pésimo presidente, en la superficie, continuó con el
modelo neoliberal, exacerbado por Salinas y Zedillo, y prosiguió con el cierre
de compañías del estado. Después de todo, se trataba de un empresario que tenía
nexos con Coca-Cola y obviamente sabía hacer dinero. También sabía decir cosas
bien graciosas que pusieron a México en el mapa, confirmando la imagen de
retrasados mentales que, después de todo, en la práctica ya tenían de nosotros.
En una ocasión dijo que, con el progreso que su administración traería, en cada
casa mexicana habría una lavadora y no “de dos patas”. En otra, corrió a Fidel
Castro de una importante reunión de líderes internacionales, y hasta dijo, en
otro momento y con singular jocosidad, que los estadounidenses debían mucho a
los mexicanos migrantes -cosa que es bien cierta- puesto que hacíamos los
trabajos que “ni los negros quieren hacer”. Pequeño chascarrillo, nada ofensivo
para nadie.
En este momento, el
rostro de mi interlocutor se iluminó con esa mezcla de risa y vergüenza (¿o
acaso cinismo?) a la que estamos acostumbrados los mexicanos de mi época. Tal
vez también de la suya, no estoy seguro. La verdad es que, de acuerdo con mi
memoria mexicana, Vicente Fox tenía el record indisputado de comedia involuntaria.
Hasta que llegó al poder Peña Nieto.
Prosigo. Su esposa,
quien es dueña de frases célebres también -recuerdo claramente que, en una
feria del libro o algo así, salió airosa a manifestar la importancia de las
mujeres en la literatura y mencionó a “Autoras importantes como Rabindranah
Tagore o Sarah Mago…”. Además, se vio envuelta en el escándalo tras hacerse
público, aunque creo que nunca se comprobó debido a la corrupción de nuestro
sistema, que había puesto a sus hijos, de apellido Bribiesca, no Fox, en
jugosos negocios gracias a su posición como primera dama. Sí, sí. Ya vi su cara
y escuché su risa, pero espérese. Este sexenio estuvo decente. Sin embargo,
Tuvo su oportunidad de demostrar que nada está por encima de la ley, ni
siquiera la justicia, al promover un juicio de desafuero contra Andrés Manuel
López Obrador, adelanto: hoy en día presidente –aquí el rostro de mi
interlocutor se estira en una auténtica mueca de sorpresa desconcertante-,
quien había construido una vía de acceso a un hospital dentro de un terreno
otrora perteneciente al gobierno, que había sido comprado por algún empresario
rico y posteriormente expropiado en la administración de Rosario Robles –previa
a la de AMLO-. De acuerdo con un bando, la ley tenía que ser respetada en toda
circunstancia y, aparentemente, construir en una propiedad de confusa
adjudicación es algo más penado en este país que matar estudiantes
manifestantes o robarse todo el erario, razones por las cuales nunca jamás se
desaforó a ningún servidor público. Para otro bando, se trataba de dejar a
Andrés Manuel sin posibilidades de competir por la presidencia en 2006 a nombre
del PRD, cosa que les hacía sentir pasos en la azotea puesto que en su
administración como jefe de gobierno, AMLO había sido nominado como segundo
mejor alcalde del mundo –mi memoria mexicana impide que recuerde que
organización hace este premio así que ni siquiera me cuestione respecto a su
credibilidad- y había puesto más obras de infraestructura y programas en la
ciudad de México de lo que habían hecho sus tres o cuatro antecesores juntos.
AMLO fue desaforado, pero no enjuiciado ya que la demanda popular hizo que el
presidente Fox decidiera no proseguir con la acusación.
–¡Tonto, tonto pero no
tanto! ¿Verdad? Yo creo que se olió el costo político de martirizar a AMLO
frente al público general.
-Así es. Había que
mantener la pantomima de la democracia al menos al mínimo del decoro.
A ese AMLO la gente siempre lo ha querido, sin
embargo, esto no sería suficiente para ponerlo en la grande. Efectivamente
consiguió la candidatura. Y efectivamente perdió ante Felipe Calderón –conocido por todos como
FECAL o el espurio en aquel entonces, y hoy en día, bueno allá en 2019, como
alcohólico asesino. Pero ahorita llego a esa parte-. El punto es: en México,
tomaban el poder los odiados. Aquellos queridos por el pueblo quedaban
rezagados. Vaya que vivimos en el país del revés.
-Siempre ha sido así.
¿A poco cree que ir a votar una vez cada seis años nos da una verdadera opción?
Recuerde que hasta el momento, siempre ha ganado el PRI.
-Tiene usted razón don
Héctor. Pero albergue esperanza. De donde yo vengo, las cosas parecen comenzar
a mejorar.
Felipe Calderón comenzó
su sexenio en medio de la ingobernabilidad y es recordado por haber mantenido
ese clima por seis años, aunque para ser justos. Recuerdo claramente la noche
de las elecciones. Emití mi voto por López Obrador como todo aquel que tenía
dos dedos de frente y se había dado cuenta de su buen trabajo al frente de la
administración del DF, en aquel entonces DF. Hoy se llama CDMX y ni siquiera
intente pronunciarlo.
-¿CD qué? ¿A quién se
le ocurrió semejante ridiculez?
-A Miguel Ángel
Mancera, el peor gobernante de izquierda que hayamos tenido en el DF. Yo le
sigo diciendo DF. Y recuerde que hay implicaciones importantes en dejar de
tener un Distrito Federal. Pero eso es harina de otro costal. A nadie le gustó
la idea del nombrecito pero bueno, al igual que los dos presidentes que
sucedieron a Fox, eso no fue elegido democráticamente.
Yo sabía bien que en
provincia AMLO no recibiría tantos votos como en la capital, pero confiaba en
que habría una ventaja considerable y, teniendo el antecedente de Fox, sabía
que un voto de castigo de la mano de un voto pensado le daría la ventaja a
Obrador. A las once de la noche me fui a dormir con una sonrisa sabiendo que
AMLO llevaba una ventaja considerable, de ocho o nueve por ciento, no recuerdo
bien –ay memoria mexicana- en todos los conteos previos. A las dos de la mañana
desperté para ir al baño y mi sorpresa fue ingrata al mirar la televisión –mi
padre había seguido la transmisión en vivo por cadena nacional- y ver la casa
de calderón llena de festejo y jolgorio, serpentinas y confeti, incluso juegos
pirotécnicos le daban un tono colorido a esa gris noticia. Aparentemente,
habían aprovechado mi falta de vigilia para hacer un auténtico cochinero. Con
prácticas clásicas del PRI, confirmaron lo que por seis años habíamos todos
intuido: que se llama PRIAN. Y ahora Felipe Calderón iba adelante en las
encuestas y conteos. Mágicamente. En tres horas. De una manera que ninguna
estadística se comporta. Me sentí descorazonado. Regresé a la cama con la
esperanza de que la tendencia pudiese aun revertirse pero sabiendo que no sería
así. En la escuela –estaba en una universidad pública cursando mi segunda
carrera-, tenía un profesor que siempre apoyó el desafuero. Por alguna razón
pensé en él y en lo feliz que estaría ahora. No tenía ni idea de que ese
profesor representaba la semilla de un problema que vivimos en 2019: un sector
egoísta de la población que solo teme por la pérdida de sus privilegios o, peor
aún: no los tiene, pero se siente con derecho a ellos y, por alguna especie de
alucinación colectiva pretende ver a todos los demás por debajo de su hombro.
Pero ya llegaremos a eso.
El rostro de don Héctor
se ensombreció. Cabizbajo y taciturno, no parecía poder emitir opinión alguna.
Sé lo que sentía: la desesperanza de saberse viviendo en un país secuestrado
por un grupo en el poder. Un grupo que no va a soltar dicho poder por ningún
motivo y que prefiere ver al país entero hundido antes que perder sus
privilegios. El incómodo silencio que se formó me indicó que era empático para
con mi yo de 25 años esa noche. El pesar que sentí tras aquellas elecciones es
un sentimiento que recuerdo con mucha claridad. Es raro cómo funciona la
memoria mexicana. Quizás hemos sentido tanto dolor como etnia que ahora
recordamos con la piel y con el estómago, más que con el cerebro. Después, como
si estuviese leyendo mi mente, y después de medio minuto de tenso silencio,
atinó a expresar:
-Qué triste que le
pasara eso. Pero yo creo que, como todo mexicano, ya le tocaba enfrentar la
desesperanza.-
-Sí. Supongo que sí.
Como casi todo mexicano.
-Pero bueno. Sigamos.
Decía hace unos minutos que el sexenio de FECAL comenzó con un aire de
ingobernabilidad. ¿Cómo no iba a ser así si la mayor parte de la población, la
gran mayoría de hecho, no lo quería? Sin embargo, lo que literalmente le dio
este aire fue un movimiento de parte de Andrés Manuel que, de hecho, es
considerado hoy en día como uno de sus peores errores políticos: Organizó un
plantón sobre la avenida Reforma. Plantón que duraría más o menos un mes y
medio. En esta “asamblea”, junto con cientos de personas, exigiría el conteo
limpio de los votos. Por supuesto, el aparato gubernamental estaba de parte del
espurio y dicha petición, junto con las debidas impugnaciones legales fue
ignorada por un tribunal electoral que a todos nos cuesta carísimo, pero que no
tiene ninguna función real. Y tal vez sí fue un error político. Imagínese usted
las molestias: el tráfico, la pérdida económica, la basura en el área, el daño
a monumentos. Obviamente todos aquellos miembros de la generación silenciosa,
conservadores de derecha, y gente que veía afectadas sus vías de comunicación y
transporte pusieron el grito en el cielo. Y así fue como AMLO perdió a varios
simpatizantes. No creo que a muchos porque este sector de la población rico y
anquilosado por haber sido siempre favorecido por el sistema vigente, no se iba
a ir con alguien que ofreciera mejorar la distribución de las riquezas. A fin
de cuentas, obviamente vas a odiar a quien te afecta directamente.
Especialmente en una sociedad egoísta que no piensa más que en su propio
bienestar. Claro está que fue un error político, pero ¿qué alternativa tenía?
Tal vez haya otras. Todas ellas legales, pero: ¿no es precisamente la ley la
que está obstruyendo a la justicia? ¿Cómo puedes ganarle a alguien en su propio
juego cuando él o ella manipulan las reglas a su antojo? De cualquier manera,
esta es solo mi opinión. Usted espere a que el año 2006 le pase por encima y
evite pasar por Reforma.
-Gracias por el dato.
Prosiga.
-Total que, poco a
poco, los ciudadanos nos fuimos calmando. Porque realmente no había otra
opción. AMLO tuvo que desistir y levantar el plantón, porque tampoco tenía
opción. Y como siempre, a fin de cuentas, ya que somos una sociedad de
agachones desde hace más de 500 años, nos apegamos todos a derecho y dejamos
que Calderón gobernara “haiga sido como haiga sido”. Palabras que textualmente
pronunció en una de tantas entrevistas en las que fuera increpado por su dudoso
triunfo.
-Jajajajaja ¿de verdad
dijo eso en público?
-Así es. ¡Uy espérese
tantito! Hubo alguien en la silla que hablaba mucho peor justo después de él.
–No pues ¡vaya tiempos
en los que vive usted! Tuvo al “No Hay” en la silla presidencial.
-Jajajaja.
Afortunadamente, esto sucedió hace ya doce años. Como le decía, Calderón es
recordado por dos cosas: su manifiesto alcoholismo y la guerra contra el narco
–o guerra contra el crimen organizado pero si le llamamos así, tenemos que
voltear a ver quién organiza el crimen y la respuesta no es nada alentadora-.
Mostrando una hipocresía que sólo podría venir de un católico de derecha que,
dicho sea de paso, Calderón y su esposa lo son, Calderón decidió acorralar a
los carteles de drogas del norte y sur del país y comenzar una tremenda
carnicería que terminara en su sexenio con más de cien mil muertos –solamente
atribuidos a esta causa-. Digo que terminaría en su sexenio puesto que, si bien
se ha desacelerado, la verdad es que continúa. Aún en el sexenio de AMLO. Y
utilizo la palabra “hipocresía” porque sabemos que el narcotráfico es una de
las fuentes de ingreso más grandes de nuestro país. Nosotros hacemos como que
lo controlamos, pero seguimos exportando. La DEA hace como que regula el paso
de la droga hacia Estados Unidos, pero este país sigue siendo el principal
consumidor de estupefacientes del mundo. Así es, en ese sentido, nada ha
cambiado en 21 años. Lo siguiente es mera especulación y rumores que yo escuché
en aquel entonces pero, el secreto a voces es que “los gobiernos anteriores
mantenían una serie de rutas delineadas que ayudaban a los carteles a organizar
sus territorios a cambio de una tajada, mientras que Calderón hizo que se
enfrentaran entre sí”. Esto para nada detuvo la producción de drogas, puesto
que siempre que haya demanda, habrá oferta, y en lugar de eso, nos entregó más
de cien mil cadáveres. Al menos los que se denunciaron. Encima de todo lo ya
dicho, dejó al país militarizado y aun hoy, el ejército no ha regresado a su
cuartel. El presidente actual optó por mantenerlo en las calles, acción
cuestionable y debatible, pero que se le olvida a la gente, comenzó hace ya
doce años. Figúrese usted, hay que dice que AMLO “militarizó al país”. Como si
él hubiera empezado con esta estrategia fallida. Vaya que la memoria mexicana
es una cosa especial.
-¡Vaya que sí! Lo bueno
es que hay cosas en las que todos estamos de acuerdo. Por ejemplo, a treinta
años de la masacre del 68, todos estamos de acuerdo en que Díaz Ordaz es un
asesino deleznable.
-Por favor, no se vaya a infartar por lo que le
voy a decir: en mi tiempo, hay imbéciles que dicen que “falta un Díaz Ordaz en
el gobierno”. Que el PRI se ha vuelto muy blando. Vaya, hasta hay fotos y
chistes de él en las redes sociales que no son
precisamente en contra del funesto personaje, sino que estimulan al odio hacia
quienes protestan.
-Creo que no quiero
llegar vivo al 2018. Y espero nunca usar una de esas “redes sociales”.
-No se me ponga triste.
El 2019 es mejor. Y en gran parte es gracias a las redes sociales. De allí vino
mucha de la información que permitió a gran parte de la población ver lo malo
que era el gobierno, aun cuando las televisoras le defendieran.
Regresando al sexenio
de Calderón, resulta que hacia 2012, se veía claramente que el PAN no llegaría
a su tercer sexenio en el poder y AMLO se preparaba para volver a contender.
Esta vez, el candidato a vencer era Enrique Peña Nieto, del PRI, quien había
gobernado el estado de México. Aquí voy a extenderme un poquito. Siento mucho
si las malas noticias no paran de llegar pero… yo crecí en el estado de México
y esto toca fibras muy sensibles.
-El estado de México
tiene lugares muy problemáticos, así es.
-Y sin embargo, nada
que ver con lo que le espera. Usted escuche nada más: yo no nací en el estado
de México, pero viví allí casi toda mi infancia, adolescencia, y los primeros
años de mi vida adulta. La colonia donde yo crecí era considerada “fresa” y la
verdad es que era un lugar tranquilo y bonito la mayor parte del tiempo. Los
cambios comenzaron cuando Arturo Montiel tomó la gubernatura del estado. Esto
debe haber sido por allá del año 2000, aunque mi memoria…
–Ya me quedó claro que
la memoria mexicana para usted es sinónimo de mala memoria… mejor siga con lo
del Estado.
-Está bien. Le decía
que tomó la gubernatura y los niveles de corrupción en el estado subieron como
espuma. En su mandato, mi colonia comenzó a deformarse. Por alguna extraña razón,
la gente que conocía desde la infancia empezó a emigrar, y los niveles de
delincuencia subieron. Esto es tema para otro día pero, el chiste es que la
cosa se empezó a poner fea. Especialmente en Ecatepec que, hoy por hoy, a nivel
mundial, se encuentra en la cima de los índices de criminalidad Y en varios
crímenes. Incluyendo el feminicidio…
–Ese será un término de
su época. ¿Qué no es la misma cosa que un homicidio? Un asesinato es igual de
malo sin importar el género
–¡Párele don Héctor! O
voy a tener que editar esto. En mi tiempo, hay gente que lo puede linchar por
decir semejante barbaridad, pero luego le cuento el por qué.
Después de Arturo
Montiel, su sobrino, Enrique Peña Nieto tomó las riendas para desbocar al
caballo. Aunque no parecía posible, todo empeoró. Mi colonia pasó de ser
“fresa” a ser un auténtico nido de ratas. No me acuse de generalizar un caso
aislado. Créame que es reflejo fiel de muchas partes del Edomex. De modo que,
cuando fue presentado como candidato, auténticamente me reí. Dije para mí
mismo: Seguro ahora sí gana AMLO. ¿Cómo va a ser posible que este inepto que
destruyó al Estado de México gane la elección? Pero por supuesto, estaba yo
subestimando el poder del cuarto poder en las manos equivocadas. Y sobre todo,
subestimaba yo al PRI.
Durante los días de
campaña, “das pena nieto” dio muchísimas razones para ser vituperado, y no
pararía en su sexenio…
-¿Entonces, ganó?
-¿A poco no lo vio
venir? Pero déjeme le cuento el cómo.
A pesar de haberse
tenido que esconder para no ser linchado –al menos mediáticamente- al visitar
una universidad, a pesar de no haber sido capaz de mencionar tres libros que
hubiese leído –¡y en una feria del libro! Y muchas otras exposiciones a la
comedia involuntaria, Las dos televisoras dominantes –sí. Son las mismas que
usted ya conoce- habían armado la campaña perfecta. Se le presentó como un
presidente guapo y se saturó el mercado publicitario con su imagen. La verdad
no era feo, pero no veo cómo eso iba a ayudarlo a gobernar. Hasta había una
frase popular en aquel entonces “¡te va a robar, note va a coger!”. Disculpe
usted mi francés. Yo solo repito la frase. Al guapísimo candidato, como es
costumbre priista, se le casó con una famosa actriz de Televisa, la cual fuera
después igualmente odiada y, claro está, se divorciaría de él una vez terminado
el sexenio, y se le presentó como el principal promotor de una serie de
reformas que clamaban resolver, de la noche a la mañana, problemas legítimos
del país: una supuesta reforma educativa, que al final fuera derogada por AMLO
y que solamente fuese un nuevo arreglo contractual para los profesores; y una
reforma energética que traería progreso inusitado al país. Pero que en realidad
era la última grieta para romper por completo el marco legal que permitiera al PRI
malbaratar todos nuestros recursos naturales y energéticos a agentes
extranjeros, de esa manera, perpetrando la más grande traición a la patria
alguna vez vista. Claro está, en cierta forma esto era inevitable puesto que
dicho mecanismo de desmantelamiento había sido iniciado en 1982 sin que nadie
lo viera por lo que es. Para este momento, CFE, ferrocarriles de México, y
otras paraestatales que mi memoria mexicana no puede traer al ruedo justo
ahora, ya habían sido concesionadas. Telmex había sido prácticamente regalada a
Carlos Slim desde el sexenio de Carlos Salinas, lo cual lo convertiría en el
hombre más rico del mundo, sic. Aunque ya perdió el título, créame… lo ostentó
y se encuentra aún entre los más ricos. ¿Quién diría que… como le dije hace
rato, toda la ciencia y tecnología relevante se volcaría hacia los artilugios
que entretienen y comunican? ¿Quién diría que un teléfono se volvería
indispensable no para cada casa, sino para cada individuo?
Durante el sexenio de
Enrique Peña Nieto la inflación subió a niveles catastróficos, las matanzas por
el narco no se detuvieron, superando incluso el record de Calderón, el dólar
alcanzó los veinte pesos…
–¿Qué? ¡Si yo mismo he
hecho un chiste a cerca de lo mal que estamos con el dólar a doce! ---
-¡Veinte dije! Perdón
por hacerlo escupir su café-
Prosigo: durante este sexenio, funcionarios de
todo el país que tenían el cinismo de llamarse “el nuevo PRI” -Nuevo, puesto
que regresaban luego de doce años de no ser mayoría política y PRI por “Partido
de Ratas Insaciables” yo supongo- robaron hasta las cortinas de sus oficinas.
Tenemos un funcionario en la cárcel ahora, famoso por haberse robado gran parte
del erario veracruzano pero aún más famoso por haber lucrado con medicinas para
el cáncer que, supuestamente serían dadas a comunidades pobres de su estado. Y
sí fueron dadas, pero los contenedores no tenían medicina. Solamente agua… Creo
que es mejor idea que deje de tomar café mientras le cuento esto. Tenemos otros
funcionarios en plena fuga. Gobernadores del norte y del sur, ah sí, y el
exdirector de PEMEX que se encuentra en este momento prófugo de la justicia y a
punto, ojalá así sea, de denunciar a nuestro guapísimo expresidente. Tuvimos un
escándalo relacionado con una casa a nombre de la ex primera dama. Casa de
proporciones hollywoodenses que una actriz de televisa nunca podría comprar.
Tenemos un aeropuerto cuya construcción tuvo que ser detenida por ser un
auténtico monumento a la corrupción construido en Texcoco. Una auténtica
torpeza ambiental que implicaría bloquear una zona de desahogo acuífero, lo
cual inundaría partes de Ecatepec una vez al año, y que costaría miles de
millones a todos los mexicanos sacar del fango cada diez años por haber sido
iniciada su construcción en terrenos que se hunden. Ah pero lo peor es que
tenemos en 2019 a un buen número de idiotas defendiéndolo porque “se pierde
mucho dinero al cancelar una obra ya avanzada” y “se espanta a la inversión
extranjera”. Yo creo que nunca han tenido que pagar un departamentito con
crédito de Infonavit para que entiendan la diferencia entre pagar una suma
considerable de contado y nunca terminar de pagar algo a plazos.
-Qué tristeza me
provoca pensar a dónde llegará nuestra sociedad.
-¡Nada más espere a ver una marcha fifí y se
morirá de la pena ajena!
-¿Una marcha qué?
-Luego le explico. Está usted por presenciar
años de lavado cerebral. Manténgase bien informado. Lo bueno es que sólo la minoría será afectada.
-Y en todo este tiempo,
¿Dónde quedó López Obrador?
-La verdad es que… penosamente cometió otro
“error político”. Como sugerí hace unos minutos, la elección, se la
robaron por segunda vez. En esta ocasión porque, además de
las ya clásicas urnas embarazadas, quemadas, o extraviadas, funcionarios de
casilla vendidos, inclusive casillas completas desaparecidas, gente coaccionada
con dinero o con amenazas, y demás tácticas ya clásicas del PRIAN, la campaña
publicitaria de EPN había sido simplemente arrolladora. El derroche económico
de su administración comenzó antes de que siquiera tuviese la banda
presidencial. No puedo recordar, ay memoria mexicana mía, cuántos miles de
millones de pesos fueron gastados en publicidad para poner a EPN en los pinos.
Pero con unas ayudaditas así, obviamente iba a “ganar”. La elección de 2012 fue,
con certeza, la más sucia en la historia de México. Cuando EPN subió a la
silla, AMLO hizo una ceremonia alternativa donde se colgó una banda
presidencial alternativa, e hizo una gira por el país llamándose a sí mismo
“presidente legítimo de los Estados Unidos Mexicanos”. De más está decir que
nuevamente un sector de la población le llamó loco y se burló con saña
singular. No puedo culparlo por incurrir en tal acto de desesperación. Quizás
yo sí me hubiera vuelto loco de la frustración. Sin embargo, aunque tuvo apoyo
de mucha gente, por supuesto, esto no podía durar mucho tiempo y sólo se dedicó
a hacer más campaña política por algunos meses, hasta que todos volviéramos a
entrar al corral. Debo decir que en esta ocasión yo no acudí a votar. Esta vez
fue por una causa fuera de mi alcance. Me encontraba fuera de la ciudad y donde
estaba, la casilla especial –para gente foránea- no contaba con suficientes
boletas. Por no madrugar, no pude votar. Posteriormente me enteraría de que
esta era otra trampa puesta por el PRI para facilitar el fraude…
-Seguramente, la culpa
no lo abandona.
-Así es. Andrés Manuel
López Obrador dejaría, después de esto al PRD y comenzaría su propio partido:
MORENA. “Movimiento Regeneración Nacional”. ´
-Suena bien cursi.
-Efectivamente. Pero
fue exitoso. Al principio, yo dudaba que lo fuera. Incluso pensé que ya se
había corrompido y que, como tantos políticos antes que él, solamente buscaba
hacer un partido para recibir una tajada del INE. Ahora se llama INE y no IFE.
Y probablemente, desaparecerá o al menos recibirá otro nombre…
-¿Desaparecerá?
-Hay muchos cambios en
el país. Ahora sí. Y dudo mucho que el caro e inefectivo mecanismo de
“democracia” que nos ha regido hasta ahora sea sustentable. Pero esa es harina
de otro costal.
Regresando al tema en
curso, resulta ser que, en sólo seis años, MORENA, que había comenzado como
asociación civil, ganó adeptos en todo el país y alcanzó el estatus de partido
político. AMLO se lanzó de nuevo como candidato en 2018. Todos lo esperaban.
También todos esperaban otro fraude.
Del sexenio de EPN, las cosas que más recordará
nuestra memoria mexicana serán la ya mencionada corrupción extrema del “nuevo
PRI” y su comedia involuntaria. Hay videos de una veintena de estupideces –o
más- que dijo e hizo mientras fue presidente. Pequeñeces como tirar un
cortinero, un pastel, pronunciar el inglés como
si lo odiara; hacer pésimos chistes, o recordarnos la relatividad del tiempo
diciendo que cinco minutos eran menos que uno…
-¿Cómo está eso?
-Si se lo cuento no será
igual de gracioso a que si ve el video. Espere unos dieciocho años.
El punto aquí es que
muchos podrán decir que a todos se nos puede “chispotear”. Pero lo interesante
del fenómeno es la saña con la que se hacía escarnio de cada una de sus
estupideces -Créame, un mes sin una tontería hecha o dicha por el expresidente
era la excepción a la regla-. Las redes sociales se llenaban de chistes
visuales que ahora llamamos “memes” de Peña nieto en cuanto cometía alguno de
sus tropezones, lo cual nos indicaba que nadie lo quería. Pero al igual que con
Calderón, nos aguantamos como machos –o como mensos- por seis años.
-Me describe un futuro
verdaderamente desalentador.
-Ya casi termino.
-¡Qué alivio!
-El chiste es que la
patente impericia de nuestro líder claramente demostraba que no era más que un
niño “especial”, y no en el sentido positivo de la palabra, que había nacido en
el seno del grupo Atlacomulco y que estaba destinado a ser el rostro agradable
de una presidencia que a leguas se veía, era controlada por otros, no diré
quienes, y al servicio de otros, tampoco diré de quienes, pero ciertamente no
de los mexicanos.
Es aquí donde las cosas
se ponen verdaderamente bizarras…
-Le corrijo: la
connotación “raro” que atribuimos en ocasiones al adjetivo “bizarro”, viene de
una mala traducción del inglés. En español significa “valiente”.
-Me encantaría estar de
acuerdo con usted pero en el 2019 la RAE aceptó “bizarro” como raro también
para el español, argumentando el desuso de la otra connotación. Así es… en
nuestro tiempo el lenguaje decae con vertiginosidad. Y este no es un ejemplo de
los más extremos. Si le enseñara un mensaje de 2019 tendría que explicarle lo
que las caritas quieren decir. Mejor sigamos contándole su futuro.
Decía que las cosas se
ponen raras porque… resulta que, como mencioné antes, en mi tiempo hay un
sector de la población que ha decidido ignorar deliberadamente todo lo que
acabo yo de contarle. No solo las cosas malas que hicieron los gobiernos de los
últimos veinte años, sino las cosas buenas que hiciera López Obrador en su
participación como jefe de gobierno. Para ellos, pesan más los ya mencionados
errores políticos. Pesan más los “veinte años que lleva en campaña”, pesa más
el hecho de que es un “vividor que nunca ha trabajado”, porque supongo que para
ellos permanecer en labor política, haciendo giras nacionales, haciendo nexos
con la gente, escuchando sus problemas, empapándose de sus costumbres para
realmente gobernar para ellos no es trabajo. La verdad, aunque suene triste, es
que pesa más el hecho de que sea moreno. De que represente a la porción de la
población de piel oscura y pies cansados que no tiene la oportunidad de ir a la
universidad. La porción del pueblo que sí es pueblo y que no tiene privilegios.
Hay gente que realmente prefiere verle fracasar antes que apoyar políticas que,
eventualmente les quitarán un poco, para redistribuir. Porque, como mencioné
antes, cada quien ve por su propio bienestar y no más allá.
-¿Entonces, qué pasó en
2018?
-Aún con veinte años de
guerra sucia contra AMLO, la cual, para mí comienza con su desafuero, pero
podría equivocarme, ya sabe que tengo…
-Memoria mexicana
-Sí.
Aún con el mencionado sector “fifí” de la
población –así les llaman ahora- en contra, aún con quienes
deciden seguirlos sin ser realmente “fifís”, no porque sean privilegiados
también, sino porque eligen no identificarse con los morenos y los pobres, o
bien, porque tienen miedo de que un cambio radical nos lleve a todos a la
desgracia, o en algunos casos, porque de plano van a perder sus empleos –lo
cual, pasa cada sexenio de cualquier modo-, AMLO ganó las elecciones el primero
de Julio de 2018 con una aplastante mayoría. Treinta millones de votos le respaldaron.
Y si bien es cierto que no hubo una participación mayoritaria de la población
en el país, también hay que decir que hubo demasiadas campañas para desalentar
el voto, hay que decir que las suciedades PRIANISTAS –término acuñado
recientemente pero totalmente identificado por toda la población- se hicieron
presentes y aun así, AMLO les pasó por encima. Pero no sólo. La mejor
publicidad para AMLO no vino de los medios tradicionales, sino de las redes
sociales. No voy a explicarle a más detalle lo qué es una red social justo
ahora, pero déjeme decirle que, gracias a internet, en el futuro no tiene que
chuparse lo que le digan las televisoras y las estaciones de radio. Es más, ya
solo en comunidades apartadas del país se toman estos medios “tradicionales” como
principales fuentes de información. La sociedad se comunica, para bien y para
mal, a través de estas redes y, aunque existe mucha desinformación y aunque
también aquí hubo miles tratando de ensuciar la imagen del candidato de MORENA,
fueron muchos más los que optaron por un cambio. Algunos por castigo al PRIAN,
otros por auténtica convicción. Sin embargo, hoy por hoy, a un año de que
ganara la elección, el trabajo del presidente ha sido mayoritariamente
positivo. Aun así, diariamente hay gente que se manifiesta, que expresa su
descontento, sin sustento la mayor parte de las veces pero, no se les puede
culpar. Para hacer un omelette, hay que romper cascarones, y muchas
susceptibilidades quedan heridas. Solo el tiempo dará la razón a quien la tenga
pero ese futuro ya no lo conozco.
-Oiga pero, ¿no debería haber unión y armonía?
¿No debería haber júbilo por haber expulsado al PRI? Hoy en día todos sabemos
que son nocivos para el país. Ese ha sido
el consenso desde siempre. ¡Somos nosotros, el pueblo, contra ellos!
-Lo sé don Héctor. Yo
viví su tiempo y recuerdo que así era. Era fácil ver al enemigo común. Pero en
el futuro habrá tal nivel de estupidez, causado por años de campaña sucia y
desinformación en todos los medios, oficiales y no oficiales, que la población
se encontrará dividida. Afortunadamente, los buenos somos más.
-¡Ay que gacho suena
separar a la población entre “buenos” y “malos”!
-Yo lo sé, pero le
aseguro que el tiempo le enseñará quién es quién. Después de todo, yo ya lo
viví. Hablando de tiempo. Mi viaje termina aquí. Debo partir. ¡Cuídese y feliz
tercer milenio!
-Hasta luego. Gracias
por la cubetada de aguar fría. Ahora, tengo mucho material para hacer comedia
gracias a usted.
-¡Seguro que sí! Pero
lamento decirle que eso ya no saldrá en televisa…
Claramente
desconcertado, el comediante quería preguntar sobre su futuro profesional, pero
mi proyección en el pasado estaba desapareciendo.
Así terminó la entrevista con Héctor Suárez
versión 1998. Desde luego, todo había sucedido dentro de mi cabeza. Una parte
de mí se sentía casi culpable de haber pasado tanto tiempo en ociosidad pero,
tuvo un propósito válido: siempre se dice que el mexicano no tiene memoria.
Vemos evidencia de ello a diario en nuestras redes sociales. Ni para los
asuntos nacionales, ni para los internacionales parecemos poder discernir entre
hecho y realidad y todo, porque ignoramos los patrones y los antecedentes. Puse
a prueba mi memoria, sin consultar nada al realizar este viaje imaginario. Sé
que caigo en el riesgo de confundir anécdota con
realidad, pero sé que no soy el único que vivió esta experiencia. Ojalá el
lector tenga la valentía de poner a prueba su memoria e iniciar un debate, si
acaso, interno. La memoria mexicana después de todo es capaz de
sentir el recuerdo. Quizás muchos datos se nos pasen pero ese no es el fin de
tener historia. El objetivo es poder reflexionar y corregir. Vamos por un
mejor camino ahora. Quizás no el mejor pero ayudemos, no
dividamos. Corrijamos, no nos desesperemos. No tengamos miedo, tengamos coraje.
Y si hemos olvidado mucho, allí están las fuentes, revisemos. No seamos
perezosos. A partir de hoy, a mirar los hechos y a registrarlos en la memoria y
el corazón.
Redacción y edición Sam zappa
Investigación Sam
zappa
By sonar
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