¡Pray For Amazonia!


¡HELP!

En estos momentos se están cumpliendo 17 días de incendios en: "los pulmones de la Tierra", tras la inexistente preocupación del gobierno de Jair Bolsonaro, presidente de Brasil y el bloqueo de información por parte de los medios, ayudemos a que se conozca la situación para que no se siga ignorando.

#PrayForAmazonia

Nuestros amigos brasileños y argentinos nos piden compartir esta información, como ya es conocido por la mayoría, el amazonas se encuentra en situación crítica, lleva más de 16 días incendiándose. 


Estamos hablando de 9 países: Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Guayana Francesa, y Surinam.

La presión social y mas por las redes puede hacer mucha presión, pongamos nuestro granito de arena para salvar al pulmón del planeta.


 La siguiente información es un trabajo de medios digitales serios, "sonar solo comparte" FAVOR DE LEER CON ATENCIÓN



EL PAÍS

Bolsonaro quiere entregar la Amazonia

La principal misión del presidente elegido es transformar las tierras protegidas de la selva en mercancía


El vaivén de si se iban a fusionar o no el Ministerio del Medio Ambiente y el de Agricultura era puro teatro. Bolsonaropuede fingir que es un demócrata y ha escuchado a la población, a especialistas y a la supuesta agroindustria moderna, puede fingir que se ha echado atrás porque escucha, pero de hecho ya está todo decidido. No hace falta fusionar los ministerios para hacer el trabajo sucio de dejar que la Amazonia se explote todavía más. Tanto es así, que Bolsonaro ya ha escogido como ministra de Agricultura a la diputada Tereza Cristina, conocida también como la “musa del veneno” por defender la relajación del control de pesticidas. Basta ahora escoger a un ministro del Medio Ambiente identificado con el proyecto de comercializar la selva. Es lo que quiere decir el populista de extrema derecha, que, en la práctica, ya gobierna Brasil desde el 29 de octubre, cuando dice que pondrá a alguien “sin el carácter chiita” al frente de la gestión ambiental. Bolsonaro puede pregonar que no se ha comprometido con ningún partido, pero es solo una fanfarronada más. Los hechos muestran que gran parte del éxito de su candidatura se lo debe a dos grandes “partidos” no formales y poderosos, que actúan fuera y dentro del Congreso: los ruralistas y los evangélicos. Tendrá que pagarles la cuenta. Y, por su perfil, la pagará con gusto. La cuenta de los ruralistas es la Amazonia.

¿Alguien se cree que un hombre con la biografía del megaproductor de soja Blairo Maggi, ganador del trofeo “motosierra de oro”, cuando se opone a la fusión de los ministerios lo hace por amor al medio ambiente? Solo sabe que es importante mantener mínimamente las apariencias de cara al mundo mientras siguen haciendo sus chanchullos en Brasil. Y también sabe que no hace falta fundir para dominar. Incluso antes de ser ministro, ya demostró que tenía una amplia experiencia en el asunto. La parte de la agroindustria que entiende que para la agricultura, la ganadería y el comercio internacional es importante combatir el calentamiento global es mucho menos influyente en Brasil que la agrodelincuencia que está en el poder.

El problema —que es enorme— es que todos lo pagaremos muy caro por la operación en la Amazonia que Bolsonaro y sus articuladores ya anuncian de varias maneras. Muchos lo pagarán con la vida. Y no solo la vida de los que mueren a tiros, sino la vida de los que morirán por los efectos del cambio climático. Hay algunas cosas que quien todavía no las ha entendido tiene que entenderlas ahora, ya, si no quiere que le sigan tomando el pelo.

Bolsonaro quiere transformar lo que es tierra pública protegida en tierra privada comerciable

Las tierras de los indígenas son tierras públicas, del dominio de la Federación. Son mías, son tuyas, son del país. Los indígenas, según la Constitución de 1988, que es la constitución de la democracia, tienen solo el usufructo exclusivo de sus tierras ancestrales. Pueden vivir en ellas y de ellas, sin destruirlas, pero no pueden negociar con ellas. Estas tierras no son, por lo tanto, una mercancía. Esta es la cuestión.

Son muchos los fuegos artificiales que lanza Bolsonaro, pero los ojos de los avaladores de su candidatura están clavados en la Amazonia

Todo indica que la principal meta del gobierno de Bolsonaro, o la principal razón de que haya un Bolsonaro al frente de Brasil, es transformar la selva amazónica en una mercancía. Es el trabajo prioritario de Bolsonaro para una parte poderosa de los articuladores de su candidatura. Por una razón bastante objetiva: en la Amazonia se encuentra el excedente de tierras que supuestamente todavía están disponibles en Brasil, para el crecimiento de la ganadería y la producción de soja, y también en la selva se encuentran los grandes yacimientos minerales.

Basta seguir los números del sector agropecuario, especialmente a partir de los años 90, para constatar cómo ha crecido en importancia la región amazónica para el ganado y la soja. Solo de bueyes ya son 85 millones, tres bueyes para cada humano que vive en la zona. También basta comprobar el congestionamiento de pedidos de licencias de extracción en la selva. La Amazonia es la región de Brasil donde el capitalismo todavía ve espacio para explorar de forma predatoria en un país que está siendo dilapidado desde que era una colonia de Portugal. Mientras Bolsonaro y sus estrategas hacen teatro y sueltan fuegos artificiales en otras áreas, los ojos de los avaladores de su candidatura están clavados en la selva.

Los indígenas han sido tratados como “obstáculos para el progreso” —o para el desarrollo— desde hace varios gobiernos, incluso los del Partido de los Trabajadores (PT). Porque, de hecho, los indígenas son “obstáculos”. Pero obstáculos para la destrucción de la Amazonia. De nuevo, basta mirar los mapas y los números. En las tierras indígenas, seguidas de las unidades de conservación, es donde la selva está más preservada. Como el derecho de usufructo de las tierras ancestrales está garantizado por la Constitución, los indígenas son los principales obstáculos para convertir la selva en una mercancía.

Recientemente, se ha producido un cambio en la estrategia de descalificación de los indígenas. En años anteriores, la campaña que buscaba quitarle legitimidad a su derecho a las tierras ancestrales se concentraba en convencer a la población de que: 1) los indígenas tendrían demasiadas tierras; 2) una parte de los indígenas estaría compuesta por “falsos” indígenas. El hecho de ser indígena y utilizar el teléfono móvil o llevar una camiseta de la selección brasileña lo publicitaban como incompatible aquellos que quieren poner las manos en sus tierras. Los indígenas eran tratados como una especie de extranjeros nativos, una contradicción en sí, pero vista como normal por una parte de los brasileños.

Se ha producido un cambio táctico para poner las manos en las tierras de los indígenas: de los “indígenas falsos” a los “seres humanos como nosotros”

Bolsonaro tiene una expresión estúpida, claramente no es un lector asiduo, sus ojos siguen recorridos erráticos cuando habla, pero no es burro. Nadie se pasa 28 años en el Congreso y consigue venderse como un “no político” y “antisistema” y que lo elijan presidente, sin alguna inteligencia. Quizás los de su círculo que piensan que podrán manipularlo fácilmente se lleven alguna sorpresa. Más inteligentes todavía son los que lo rodean, dentro y fuera del país, sustentando su proyecto autoritario.

Esta inteligencia es la marca del cambio táctico de Bolsonaro con relación a los indígenas durante la campaña y también tras su elección. El discurso pasa a ser el de que “los indígenas son seres humanos como nosotros”. Lo que es obvio es que jamás habría necesidad de decirlo si no hubiera una intención oculta. Según Bolsonaro, los indígenas quieren “ser emprendedores”, quieren “evolucionar”. ¿Qué significa eso? Significa, como Bolsonaro ya ha explicado, que los indígenas deberían tener el derecho de vender y arrendar la tierra, algo que está en curso en el Gobierno y en el Congreso hace bastante tiempo.

A los indígenas supuestamente les gustaría ser como los blancos. ¿Pero ser como los blancos en qué sentido? En el sentido de poder convertir la tierra en una mercancía, una característica intrínseca de “los blancos”. Y entonces la tierra podría venderse y abrirse para la explotación. “Evolucionar” y “ser emprendedor”, como lo entiende Bolsonaro, es dar a la selva el mismo estatus que a un coche, una mesa, un móvil o una piruleta. Pero, atención. El presidente elegido también dice: “Los indígenas no quieren ser latifundistas”.

No es difícil adivinar quién comprará las tierras o explotará sus riquezas. Es bastante astuto el discurso de “seres humanos como nosotros”, que convierte lo que es un secuestro de las tierras de los indígenas en un “derecho” de los indígenas a poder hacer lo que quieran con ellas, incluso y principalmente venderlas, arrendarlas o abrirlas a la explotación. Así, lo que hoy es tierra pública —mía, tuya, del país— pasaría a pocas manos privadas.

Este proyecto de usurpación de las tierras de la Federación ha avanzado de varias maneras a lo largo de los últimos años, incluso con el apoyo de sectores del PT. El gobierno de la expresidenta Dilma Rousseff ya había intensificado la aproximación con los ruralistas iniciada en el gobierno de Lula. Figuras como Kátia Abreu (ministra de Agricultura de Rousseff) y Gleisi Hoffmann (ministra del Gabinete de la Presidencia) fueron decisivas para desmantelar la Fundación Nacional del Indígena. No se puede olvidar que, hasta 2016, cuando sufrió un impeachment sin fundamento, Rousseff fue la presidenta que menos tierras indígenas había demarcado.

Con los quilombolas (descendientes de esclavos rebeldes), pueblos mucho más frágiles que los indígenas, la estrategia usada para avanzar sobre sus tierras es la antigua todavía. ¿Por qué Bolsonaro hablaría tanto de quilombolas durante la campaña? Porque uno de sus servicios en el poder es apoderarse de las tierras a las que los descendientes de esclavos rebeldes tienen el derecho constitucional.

Bolsonaro se vende como alguien que no se muerde la lengua, pero es un hombre que calcula y sabe por qué lanza frases racistas para el consumo mediático

Como las tierras de los indígenas, las de los quilombolas ya deberían estar demarcadas, pero una gran parte no lo está. Como Brasil es un país estructuralmente racista y, en los últimos años, el protagonismo negro alcanzado con medidas como las cuotas raciales en las universidades ha molestado a muchos de los electores de Bolsonaro, descalificar a los quilombolas se ha revelado un camino más fácil. Sin contar con que los quilombolas tienen mucha menos expresión internacional y ecos en el imaginario que los indígenas.

Cuando Bolsonaro escoge contar cómo fue una visita a unos quilombolas en una charla en el Club Hebraica, en Río de Janeiro, no es algo que se le ocurre de repente, como parece a simple vista. Lo tiene todo calculado. Cuando dice que “el afrodescendiente más ligero pesaba más de cien kilos”, seguido de “ya no sirven ni para procrear”, no está siendo el racista habitual. Lo tiene todo calculado. Y da en el blanco, preparándose para “legitimar” para la opinión pública la futura eliminación de derechos de los quilombolas con relación a sus tierras.

Tras ser denunciado por racismo, Bolsonaro cambió de táctica y uniformizó su discurso: “Ellos (los quilombolas) quieren que los liberten. (...) Creo que si quiere vender el área quilombola, que la venda, es mi opinión. Si quiere explotarla, extraer minerales, tener máquinas agrícolas, como su hermano hacendado de al lado...”. Es fundamental prestar atención a su operación de lenguaje para poner la mano en las tierras ancestrales: los indígenas “son seres humanos como nosotros”, el quilombola quiere que lo “liberten”. Para convertirse en seres humanos como nosotros y para que los liberten tienen que tener el “derecho” a vender las tierras que hoy están protegidas. El complaciente Supremo Tribunal Federal absolvió a Bolsonaro de la denuncia de racismo poco antes de las elecciones.

El discurso de la “indolencia” y de la “pillería”, asociado a los indígenas y a los negros, que también soltó su vicepresidente, el general retirado Hamilton Mourão, es el capítulo anterior al capítulo del “son seres humanos como nosotros”. Ambos están en el manual sobre cómo transformar tierras públicas protegidas en tierras privadas explotadas por pocos. El capítulo introductorio, como todos saben, es el exterminio directo de los pueblos de la selva, seguido por el de los negros. Las tres estrategias todavía conviven simultáneamente en Brasil, como las cifras de asesinados muestran. Pero, en el mundo globalizado, siempre es mejor evitar la sangre y eliminar los cuerpos de una manera más “limpia”.

Y esta manera se intentará primero dentro de la ley, también en el gobierno populista de extrema derecha de Bolsonaro. Es una característica de los gobiernos autoritarios que se producen dentro de la democracia. Basta fijarse en otros casos que existen en el mundo. Bolsonaro intensificará y acelerará lo que ya sucede en los últimos años. El “nuevo” Código Forestal, un tremendo retroceso en la protección del medio ambiente, es un ejemplo. Pero quizás el ejemplo más cristalino sea el de la denominada “Ley de Grilagem”.

Grilagem es el robo de grandes extensiones de tierras públicas. En la selva amazónica, hubo casos de robo de tierras mayores que algunos países de Europa. Durante mucho tiempo, el robo se hacía por medio de sicarios. Todavía se hace.






Crédito de foto: Especial para 90minutos.co / Reedes sociales

https://90minutos.co/prayforamazonia-ola-incendios-amazonas-21-08-2019

Zonas selváticas y naturales de Brasil, como la Amazonia y el Pantanal, viven la peor oleada de incendios de los últimos cinco años, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), que registró más de 72.000 focos ígneos entre el 1 de enero y el lunes.

“Número de focos (registrados) por el satélite de referencia AQUA_M-T acumulados desde inicios de este año (1 de enero de 2019) y ayer (19 de agosto de 2019) 72.843”, indicó el INPE en su portal de incendios, que se actualiza de forma automática.



https://canaltrece.com.co/noticias/incendio-amazonas-2019-pray-for-amazonia/

ANDRÉS CRISTANCHO  22 AGO 2019 

La Amazonía brasilera se encuentra en llamas desde hace 16 días. Según datos de la NASA los incendios han aumentado en un 38% este año el que siete de las ciudades más afectadas también se encuentran en la lista de mayor deforestación.

La extensión de las conflagraciones ha obligado a los estados de Amazonas y Acre en Brasil, a declararse en situación de emergencia o alerta ambiental a causa de la humareda y enfermedades respiratorias.


carlos borromeu

https://www.facebook.com/carlos.borromeu.3367/videos/211072149863689/

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